miércoles, 23 de octubre de 2013

LOS PÁJAROS DE CASAL. VERSIÓN INSTRUMENTAL



Una vez más tenemos que agradecer a nuestro querido amigo Paco Torres este reportaje publicado sobre el tema " Los Pájaros " en la época de Etiqueta Negra ( 1983 ).
En la foto podéis apreciar una increíble chaqueta con pedrería que tuvimos la suerte de ver en el homenaje que le brindamos en Tudela Veguín en el año 2007.

En este pequeño vídeo podéis escuchar un fragmento de la versión instrumental de "LOS PÁJAROS"

domingo, 20 de octubre de 2013

TINO CASAL, VIVE EN LA MEMORIA


 
  
Impresionante la carta escrita por Mª Eugenia Jorda Mira " Jenny "en La Nueva España el 22 de Septiembre para recordar a nuestro querido Tino. Como bien dice , siempre vivirá en nuestra memoria . Quiero aprovechar estas líneas para agradecer a Jenny tan emotiva carta , a Ramón y Pepe Palicio , porque desde la sombra siempre hacen que Tino siempre esté vivo , y a Javier Blanco , crítico musical de La Nueva España por publicar este artículo.
 
 
 
 
 

Tino Casal vive en la memoria

Un artista que merece un museo para perpetuar su recuerdo

El músico Tino Casal falleció en un accidente de tráfico en Madrid el 22 de septiembre de 1991. Hoy, 22 años más tarde, la Asociación Cultural de Tudela Veguín, su pueblo natal, le homenajea con un artículo de una admiradora
Una vez más, Tino, tus amigos y paisanos me dan la oportunidad de acercarme a ti públicamente, de compartirte un tanto en ese punto de encuentro entre el espacio y el tiempo que supone este aniversario. Y desde el respeto y el cariño dejo fluir mis pensamientos, mis recuerdos y mis emociones, esta vez mientras recorro y disfruto el museo de otro grande de la música, paisano mío, Nino Bravo. Me doy cuenta de que, salvando diferencias personales y particulares, tenéis muchas cosas en común -¿guiños del des-Tino...?

Como, por ejemplo, vuestro origen. Los dos nacisteis en un pueblo pequeño; tú, en Tudela Veguín, en la mágica Asturias; él, en Aielo de Malferit, en la mediterránea Valencia. A los dos se os conocía por un diminutivo cariñoso: Tinín y Manolito. Ambos sois recordados como grandes cantantes, excelentes personas e inmejorables amigos. Grandes los dos.

Despuntasteis por vuestras voces privilegiadas, dones de la naturaleza, que no tuvisteis que aprender a usar, porque era innato en vosotros disfrutar y manejar sin esfuerzo ese registro, esa potencia. Y al principio cantabais arropados por dos grupos: tú, con los «Zafiros Negros» y los «Archiduques»; Nino, con los «Hispánicos» y los «Superson». Londres fue para los dos un paso importante al emprender vuestro vuelo en solitario, y Philips fue la primera discográfica que apostó por vosotros. De hecho, al conocerte a ti pensó haber encontrado al continuador de él. Y ese es un maravilloso punto de discordancia entre vosotros, porque aunque ambos os colocasteis en las listas de éxitos, lo hicisteis con estilos distintos, siendo cada uno el mejor en el que eligió.

Los dos participasteis en concursos mediterráneos que no ganasteis, a pesar de vuestra indiscutible calidad. Tú, en el de la canción de Benidorm, porque no era «políticamente correcto» el mensaje de tu canción («Emborráchate»), y él, en el de cantantes noveles de Vall d'Uixó, porque el premio debía quedarse en el pueblo, así que no le dejaron pasar siquiera a la final, ya que el ganador apetecido no habría tenido la menor oportunidad contra él.

Y llegamos a otra de vuestras coincidencias. En este caso, maldita y terrible coincidencia. El Paraíso, ávido de escuchar eternamente y en directo maravillosas voces, permite al destino truncar prematuramente vuestros caminos en la carretera, cuando aún había tanto por vivir, tanto por cantar. Tú, en Madrid; él, hacia Madrid. Ambos acompañados por otras tres personas que no eran requeridas en el otro lado y que permanecieron en éste. Y otra divergencia: Nino conducía; tú ibas de copiloto. Hacia Madrid, él; en Madrid, tú. Y desde allí, «cuerpo presente, alma ausente», como diría García Lorca, volvisteis cada uno a vuestra tierra, donde familiares, amigos y fans os visitamos y recordamos, y seguimos preguntándonos por qué. Y como vuestra voz, trascendiendo vuestra partida, el cariño, la admiración y el recuerdo se expanden, uniéndonos y atrayéndonos por todo el mundo.

Y ya que comparamos, se me ocurre, Tino, que sería estupendo tener un Museo Tino Casal, donde quienes te seguimos queriendo y añorando pudiéramos acercarnos a tu vida, compartir recuerdos y experiencias que, a pesar de las redes sociales y la globalización, sólo en «petit comité» se cuentan y comparten. Como sucede en el Museo Nino Bravo. Un lugar que fuera creciendo, como tú, poco a poco, humilde y sin pretensiones, porque lo realmente grande está dentro y su valor es incalculable. Con aportaciones anónimas, con fotografías inéditas, que una vez sin ti se convierten en legado compartido. Porque si tenemos un Museo Tino Casal nunca te dejaremos ir del todo. Porque sería estupendo ver imágenes de tu vida mientras escuchamos tus temas. Porque sería increíble que alguien que te conociera bien nos recibiera con dos besos, como hace Isabel Juan, directora, alma máter, pilar y piedra angular del Museo Nino Bravo, y compartiera con nosotros esos pedacitos tuyos que, diseminados por la tierra, regresaran para formar un todo unitario: tu esencia. Un lugar donde ese documental que se rodó sobre ti se exhibiera, como el de Nino, a todos los visitantes, y que allí mismo pudiéramos comprar para beneficio del Museo, en un auténtico «feedback» -retroalimentación de sistemas que se nutren a sí mismos-, desinteresadamente. Y me pregunto: si Nino, que nos dejó en 1973, sigue vivo y reuniendo a sus incondicionales de buena fe, que se emocionan y lloran y ríen con Isabel y entre ellos, en una mágica sinergia conjuntada de sus fans, ¿cómo no ibas a estarlo tú en un templo casalero, humilde pero inmenso, donde te pudiéramos encontrar siempre? Tus palabras resuenan en mi cabeza mientras abandono el Museo Nino Bravo: «Tus cartas no han caído en ningún saco roto... tampoco en el olvido».